Pueblo con encanto de empinadas y estrechas callejuelas en las que se exhiben caserones barrocos con decorativos blasones. Cobijados desde el alto por la iglesia de San Andrés, edificio gótico renacentista construido sobre otro anterior.
En la parte baja del pueblo, escondido entre el apretado caserío, aparece una joya arquitectónica del románico del siglo XII: la iglesia del Santo Sepulcro que evoca por su planta octogonal a la basílica de Jerusalén, ha estado ligada desde sus orígenes al Camino de Santiago. Posee una singular bóveda estrellada de origen califal.