La ruta jacobea discurre por la calle mayor a la que asoman hospitales, hospederías y edificios de fábrica noble, que nos muestran la pujanza que tuvo Los Arcos gracias a su privilegiada situación como confluencia de caminos y al constante fluir de peregrinos.
Su casco urbano es de traza medieval, con largas calles paralelas que estuvieron en su día enmarcadas por un cinturón de murallas que fueron reutilizadas en construcciones posteriores. Memoria de aquella plaza fortaleza, permanecen dos portales: el del Estanco y el de Castilla con aspecto de arco de triunfo.
Por último, la iglesia de Santa María presenta uno de los conjuntos más sorprendentes del Barroco navarro, de gran riqueza y espectacularidad.