Al igual que en todos los municipios de la zona, el vino y todo lo relacionado con este producto es el centro de todas las actividades de la localidad. Por lo tanto, es un destino paradisíaco para los amantes de la vitivinicultura. De hecho, cuenta con muchas bodegas de gran calidad, y la oferta es inmejorable.
A su vez, los aficionados al arte también tienen la oportunidad de disfrutar con diversas obras arquitectónicas como la parroquia de San Andrés y la ermita de la Virgen de la Plaza, un capricho de la arquitectura del siglo XVII. Perderse por sus calles bien trazadas, unidas entre sí por pintorescas callejuelas repletas de palacios y casas de piedra blasonadas, es una auténtica delicia.